Valencia Basket cumplió ayer todos los objetivos que tenía encima de la mesa en la Fonteta; ganar al Bilbao, asegurar la segunda plaza de la Liga Regular, batir su mejor registro en ACB y que no hubiera ningún percance físico de cara a la vuelta de la final de la Eurocup que se disputará el miércoles en Kazán. Todo salió a la perfección. La afición del conjunto valenciano, entendida, sabía que no iba a asistir al partido del año. Ni el rival, más preocupado de lo que pueda suceder en las próximas horas con el club, ni el momento, a cuatro días de la cita más importante de la temporada, eran los más propicios para asistir a un espectáculo de baloncesto. Pero al final esos choques son los que hacen grande a un equipo. Porque son los más complicados para mantener la concentración. Y si algo está demostrando el Valencia Basket esta campaña es que es una roca mental.
El triunfo holgado ante los vascos, que nunca se pusieron por delante en el marcador, permite a los taronja asegurar la segunda plaza de la ACB. Restando cuatro partidos para el final de la Liga Regular. Un dato espectacular que permitirá al equipo, en cuanto termine la Eurocup, dosificar fuerzas de cara al comienzo del playoff. Con la ventaja de campo asegurada en los cuartos y semifinales, el único objetivo en los últimos cuatro partidos será intentar que el balance que quede para la historia sea sencillamente insuperable. El actual 27-3 supera el 26-8 de la temporada 2002-2003. Aquella campaña acabó con la única final ACB de la historia del club. Ojalá sea un buen presagio once años después.
En cuanto al descanso, el cuerpo técnico pudo dosificar por primera vez en lo que va de campaña el esfuerzo de los jugadores más cargados. Doellman tan sólo estuvo en pista trece minutos, aunque le dio tiempo a anotar 13 puntos y acabar con 16 de valoración (no quería perder comba con Mirotic en la lucha por el MVP), y Sato quince. Hubo tiempo para probar la rodilla izquierda de Triguero, tres minutos, aunque el valenciano aún no sabrá en que porcentaje podrá ayudar al equipo el miércoles hasta que se aterrice dentro de dos días en Kazán. Lishchuk vio el partido con el chandal puesto. Su objetivo es ayudar en tierras rusas.
El sprint que se pegó Perasovic al final del segundo cuarto definió la primera parte del Valencia Basket. El croata no quería perder ni un segundo de tiempo para poder explicar a sus jugadores, aprovechando el descanso, el peligro de bajar los brazos aunque sea un instante. Porque un pequeño despiste, en el que el cansancio de la ida de la final de la Eurocup tuvo mucho que ver, hizo que un partido que llegó a ir 33-18 (tras una canasta a aro pasado de Sato que despertó a la Fonteta) se comprimiera en pocos minutos a un 39-34. Y ese parcial de 5-16 provocó el primer cabreo del croata, que escenificó cuando en los últimos instantes del segundo cuarto Markota anotó con un mate el 42-36, con el que llegó el partido al descanso y Rafa Martínez no llegó a sacar de fondo para intentar un último tiro.
Porque el inicio del partido hacía presagiar otro escenario. Doellman decidió que la mejor forma de no pensar en dosificar esfuerzos era dejarle claro al Bilbao que no iba a ganar en la Fonteta. Ocho puntos consecutivos del americano abrieron las primeras distancias (10-4). Cuando bajó un poco el ritmo de juego taronja, Lafayette entró por un Van Rossom al que se le vio claramente acusar el esfuerzo de la brutal defensa ante Goudelock el jueves. Los puntos de Lavrinovic permitieron al Valencia Basket abrir un hueco importante al final del segundo cuarto (26-14).
La inercia positiva llegó hasta la ya comentada canasta de Sato (33-18). Pero entonces se apagaron los plomos durante unos minutos. El equipo de Rafa Pueyo lo aprovechó, con más corazón que baloncesto, para encontrar sensaciones. El oficio de Gabriel y Mumbrú bastó a los 'hombres de negro' para acortar distancias al descanso (42-36). Fue entonces cuando llegó la bronca de Perasovic en el vestuario.
El látigo sirvió para que su equipo saliera al inicio del tercer cuarto con las pilas puestas. Aunque los tres triples consecutivos de Doellman, Ribas y Dubljevic no tuvieron el efecto deseado porque el Bilbao contestó con Bertans y una canasta más adicional de Markota (52-45). El técnico croata tuvo que parar de nuevo el partido, a 3:44 para el final del cuarto, porque Grimau acercó de nuevo a los suyos a una distancia peligrosa (56-52). Y no había que jugar con fuego. El conjunto vasco recortó un punto más (56-53 tras un tiro libre de Díaz) pero ahí comenzó el despegue final taronja.
El parcial en los últimos trece minutos de partido fue de 27-18. Lo suficiente para que el Valencia Basket, sin tener que meter más que la tercera marcha, asegurara la victoria y la segunda plaza en ACB. Un triple de Aguilar comenzó la escalada final y Lavrinovic se convirtió en su mejor escudero. En la hoja de ruta de Perasovic la participación del lituano en el partido era clave, puesto que el pívot no puede disputar por normativa la Eurocup. Sus 13 puntos, 7 rebotes y 18 de valoración fueron oxígeno puro para el equipo.
El Valencia Basket certificó el triunfo con la máxima renta (74-57) y lo único reseñable en los últimos minutos fue el cruce de cables de Hervelle. Una noticia que tampoco será portada en ningún periódico porque es el pan de cada día con el belga. La décima victoria seguida en ACB supone la mejor racha taronja de la temporada y permite a los valencianos tener a tiro (son doce) la más amplia de su historia.
Fuente: Las Provincias. J. C. Villena